domingo, 10 de enero de 2010

DOS VERSIONES DE UN MONOTEMA

Adoro las piedras. Quien me conoce sabe que suelo buscarles caras. Hay quien incluso al final las acaba viendo también. Para mi tienen tanta vida como lo que las rodea. Dan forma al mundo que pisamos y a veces tratan de dar forma al cielo al que aspiramos (quienes amen la montaña y disfrutar de ella también me entenderán).
Esta primera surgió de un viaje verdaderamente especial por la magica Bretaña francesa. Las alineaciones de menhires y los dólmenes gigantescos, fuera de la anécdota de Óbelix, son dignas de ver y sentir porque, nuestros ancestros de hace miles de años seguro hacían ciertas cosas por algo. El dibujo que sigue es ese volver a volver que nos persigue con cosas, lugares, recuerdos. A veces sueño que esta piedra despierta.

1 comentario:

  1. Están bien las piedras, algunas resultan ser simpáticas. Hay alguna un poco borde, pero por lo general son majas. Yo a veces hablo con las piedras. Me encanta verlas retratadas en este blog. Echo de menos más entradas, pero bueno, menos da una piedra.

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